
Entre tardes y mañanas
Con cada aliento entre sabanas
Yo solo busco tus oídos
para decirte eso
que mis burdas palabras,
remedo de poeta,
no llegan a expresar
Hoy ya de noche
esperando la madrugada
sin ti, sin ganas
repito tu nombre
adecuado a mi vida
Elena
“la que resplandece”
Como en mi vida resplandeces
como la luna resplandeces
Mis sueños iluminas
con mis deseos brillas
Resplandeces, resplandeces
como antorcha
que le da fuego
a mi antes tan triste,
ahora tan cálido,
corazón.
Tú mi corazón.
1 comentario:
Una Reflexión junto al mar
“Conservaos en el Amor de Dios”.
Jehová Dios es la esencia del amor, él lo manifiesta, pero él es el amor. No es que tenga que hacer esfuerzo por desplegarlo, él lo es. Queda claro en (1 juan 4: 8) “que Dios es amor”.
Por eso no podemos quedarnos con las manos cruzadas antes el texto bíblico de (Judas 21) que dice: 1:21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
Como Dios es amor en esencia, nosotros que nos hemos esforzados por dejar la vieja personalidad tenemos que conservar el Amor de Dios en nuestros corazones, así tendremos la misericordia de Cristo, el que publicará el decreto del juicio de Jehová Dios. Nos mostrará misericordia porque hemos seguido su camino, que es el camino al Padre. No es para menos que él es el re-magnífico ejemplo de cómo conservad el amor de Dios.
Por favor, invito abrir nuestra Biblia en (Juan 15:10): 15:10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Primero, para Cristo fue más que fundamental estar cerca de su padre, conservad su amor, permanecer en su amor. Él lo conocía a la perfección porque es su hijo unigénito. Segundo, en cuanto a nosotros, personas imperfectas que a veces nos cuesta trabajo manifestar amor y quizás alguna vez en la vida hasta hemos dudado del amor de Dios, Cristo nos dejó su modelo de permanecer en su amor porque el que a él lo ve, ha visto al Padre siendo el su camino para llegar a él.
Observemos como Jesucristo guardo los mandamientos de su Padre: Fue obediente a la familia que Jehová le encargó que cuidara, fue perdonador cuando perdonó a una mujer sorprendida en pleno hecho de adulterio, enseñó siempre con humildad dirigiendo todo hacia el Creador y finalmente murió en un poste para pagar el precio de nuestros pecados.
En conclusión de esta reflexión preguntémonos: ¿Conservo en mí el amor de Dios?
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